En episodios anteriores de «La era de la locura» (2)…

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(Traduzco a continuación, con permiso del autor, el resumen de El problema de la paz que Joe Abercrombie publicó en su página web en las fechas previas al lanzamiento original de su continuación, La sabiduría de las multitudes, que publicará el sello Runas de Alianza Editorial, traducida por mí, el próximo 10 de marzo.)

Se ha señalado en alguna ocasión que, en una serie de fantasía larga y compleja con distintos puntos de vista, docenas de personajes y centenares de páginas, tras una espera de doce meses entre una entrega y otra, quizá sea conveniente recapitular un poco. Así que, para quienes estéis a punto de empezar La sabiduría de las multitudes y penséis que os vendría bien un breve repaso, aquí tenéis un resumen de lo sucedido en El problema de la paz. También podéis leer un resumen similar de Un poco de odio. Sobra decir que lo que tenéis a continuación puede destriparos todos los libros anteriores ambientados en el mundo de «La Primera Ley»…

Joe Abercrombie - La sabiduría de las multitudes - Portada

Tras la derrota de Stour Ocaso en combate singular y el fracaso de la revuelta de los trabajadores en Valbeck, un periodo de desusada paz ha caído sobre la Unión, su provincia de Angland y el Norte. Pero en tiempos de paz arraiga la simiente de nuevos conflictos…

La muerte del rey Jezal lleva a un reticente Orso al trono, desde donde confía en promulgar unas muy necesarias reformas. Pero su Consejo Cerrado, liderado por Bayaz, el formidable Primero de los Magos, prefiere que las cosas continúen como estaban. Los nobles del Consejo Abierto se inquietan más y más a cada día que pasa, y los Rompedores y los Quemadores no quedaron derrotados en Valbeck, sino solo resentidos y forzados a la clandestinidad.

El Joven León, Leo dan Brock, por fin ha recibido el título de lord gobernador de Angland, pero descubre que la burocracia imperante en tiempos de paz lo aburre. Irritado por unas heridas que no sanan, anhela arrojarse a una nueva guerra. Su madre, lady Finree, le sugiere que podría mejorar el ánimo —y de paso cimentar su posición en la corte— con una visita a Adua para asistir a la boda de su amigo lord Isher.

Orso afronta un acuciante dilema personificado en el aborrecible lord Wetterlant, acusado de vergonzosos crímenes. El pueblo exige que reciba un castigo, el Consejo Abierto demanda que sea perdonado y el Consejo Cerrado sugiere posponer el asunto indefinidamente mientras el acusado se pudre en prisión. Lord Isher parece proponer a Orso un arreglo ventajoso, pero el juicio resulta ser una catástrofe. Leo dan Brock, ya enfurecido por la explotación que sufre Angland a manos del gobierno, se indigna por lo que percibe como una injusticia, desafía en público al rey ante los nobles congregados y se ve humillado cuando lo expulsan de la cámara por la fuerza.

Savine dan Glokta, antaño la indiscutible reina de los negocios en Adua, está agitada tras su encontronazo con la muerte en la revolución de Valbeck. Su romance con el príncipe heredero Orso se desmoronó al descubrir que era su hermanastro, sus instintos empresariales están fallándole y, lo más peligroso de todo, está embarazada del Joven León por un imprudente escarceo. Su madre, lady Ardee, confabulada con lady Finree, hace a Savine una oferta imposible de rechazar: la posibilidad de legitimar a su hijo nonato y dar la vuelta a su suerte en declive mediante el matrimonio con Leo dan Brock.

Ella aporta la astucia, la ambición, la riqueza y los contactos. Él la popularidad, el atractivo, la fama y el título. No será un emparejamiento por amor, pero podría suponer una alianza beneficiosa para ambas partes. La boda de lord Isher se convierte en una ceremonia doble, el acontecimiento de la temporada, pero el pasado del rey Orso con Savine azuza la bullente hostilidad entre el monarca y el lord gobernador, de la que sacan partido tres influyentes nobles del consejo abierto, lord Isher, lord Barezin y lord Heugen, para implicar a Leo en su plan de rebelarse contra la corona.

En el Norte, la salud de Rikke decae, atormentada por sus visiones cada vez más incontrolables. Isern-i-Phail se la lleva a las montañas para visitar a la bruja Caurib, que tiene la cabeza cosida con hilo dorado. Perdida en sueños donde chocan el pasado y el futuro, Rikke debe tomar una decisión y opta por conservar el ojo largo y sacrificar el otro.

Regresa a Uffrith medio ciega, su rostro tatuado con runas, para encontrar muerto a su padre, el Sabueso, y ver cómo sus jefes guerreros Oxel y Sombrero Rojo se disputan su frágil legado. Sombrero Rojo quiere que el protectorado de Uffrith se incorpore a la Unión. Oxel pretende entregárselo al peor enemigo de Rikke, el Gran Lobo, Stour Ocaso, ahora rey de los norteños. Rikke promete decidir entre las dos opciones y los engaña para que se enzarcen en un duelo. Cuando gana Oxel, Rikke cambia las tornas obligándolo a enfrentarse a su propio campeón, Caul Escalofríos, que mata a Oxel. Rikke proclama que Uffrith permanecerá independiente, como siempre quiso su padre, y con ella al mando. Nadie le lleva la contraria.

En Angland, Savine se entrega en cuerpo y alma a su nuevo papel de señora gobernadora, con la intención de reformar el anticuado gobierno de la provincia. Pese a los intentos de Leo de mantenerlo en secreto, Savine no tarda en descubrir que su marido está involucrado en la peligrosa conspiración de lord Isher para rebelarse contra el rey. Reacia a arriesgar su posición delatando a Leo y aspirando todavía a ser reina, empeña sus formidables recursos en el triunfo de la rebelión.

El lord y la señora gobernadora emprenden una gira por el Norte buscando aliados entre sus antiguos amigos y enemigos. En Uffrith, Leo encuentra a Rikke muy cambiada respecto a la inocente chica que fuera su amante, pero aun así Rikke acepta unirse a la conspiración. Leo y Savine viajan a Carleon con la esperanza de hallar un aliado decisivo en Stour Ocaso, que al fin y al cabo debe a Leo su vida, pero las apelaciones a la hermandad entre guerreros caen en oídos sordos. A espaldas de su marido, Savine llega a un acuerdo menos sentimental con el rey de los norteños, traicionando a Rikke al ofrecer Uffrith a Stour a cambio de su apoyo.

Mientras tanto, en Adua, Orso lidia con su falta de popularidad y con la ingente deuda de la nación. Los ataques cada vez más osados de los Rompedores culminan en un atentado contra su vida, que fracasa solo gracias a la intervención del siniestro compinche de Bayaz, Yoru Sulfur. Una carta de un «amigo» anónimo informa a Orso de que algunos miembros del Consejo Abierto podrían estar conspirando contra él, y de que quizá incluso haya un traidor en su Consejo Cerrado. Orso hace lo que puede en preparación de la guerra y, sospechando que los rebeldes buscarán ayuda en Estiria, organiza un viaje a Sipani para convencer al rey Jappo de mantenerse neutral. Sin que él lo sepa, Savine también ha enviado a Leo a Sipani con el objetivo de obtener el apoyo del rey Jappo. Los dos rivales hablan con el rey estirio uno tras otro, pero Leo, impulsivo e intolerante, fracasa mientras Orso, urbanita y relajado, logra atraer a Jappo a su bando y descubre que el lord y la señora gobernadora de Angland forman parte de los dirigentes rebeldes.

A Savine le queda otra apuesta que hacer y envía a Gunnar Broad a Valbeck para tratar de llegar a un acuerdo con los Rompedores. Broad espera contactar con Risinau, pero en lugar de eso termina en presencia de la Jueza, la caótica líder de los Quemadores. A cambio de un envío de armas, la Jueza promete desatar revueltas en las principales ciudades de la Unión, para impedir que el rey pueda desplazar sus tropas y despejar el camino de los rebeldes hacia la capital.

Con su yerno acusado de traición a la corona, Sand dan Glokta se ve obligado a dimitir y su despiadada mano derecha, Pike, ocupa el puesto de archilector. Vick dan Teufel tiende una trampa que desenmascara al traidor del Consejo Cerrado y saca a la luz los planes de los rebeldes de invadir Midderland. Orso reúne todas sus tropas y marcha para interceptarlos en el pueblo de Stoffenbeck.

Stour Ocaso, obsesionado con la gloria, recluta a todo guerrero disponible para la expedición. Su astuto padre, Calder el Negro, se teme lo peor y envía a Jonas Trébol con él para impedir que la situación se tuerza. Y en efecto, la invasión rebelde afronta problemas desde su mismo inicio, con tormentas que al parecer retrasan la llegada de Rikke y convierten los caminos en lodazales. Las fuerzas del Consejo Abierto demuestran ser pésimos soldados y los norteños cometen contra los habitantes de Midderland unas atrocidades que tensan la relación entre el Gran Lobo y el Joven León casi hasta el punto de ruptura. Pero cuando su vanguardia llega a Stoffenbeck, donde están atrincheradas las tropas del rey, aun así gozan de una enorme superioridad numérica.

Confiando en recibir refuerzos en cualquier momento, Orso intenta ganar tiempo invitando a Leo a cenar para escuchar sus exigencias. El lord gobernador quizá supere al rey con la espada, pero no es rival para él armado con un tenedor, y Orso consigue llenar la mente de Leo con dudas sobre su causa, sus aliados e incluso la lealtad de su esposa. Convencido por Vick dan Teufel de que el rey no espera ayuda, aislado y poco habituado al mando, el Joven León vacila y retrasa su ataque hasta la mañana siguiente.

Al otro lado del mar Circular, Rikke hace su jugada. Jamás tuvo intención de sumarse a la rebelión de Leo y, de hecho, fue la autora de la misteriosa carta recibida por Orso. Sabiendo que Stour ha dejado el Norte sin guerreros, ataca la desprotegida capital, Carleon. Apuñalando a Leo y Savine por la espalda antes de que puedan hacérselo a ella, toma la simbólica silla de Skarling y conquista más de medio Norte de un plumazo. Solo Calder el Negro se opone todavía a ella.

Leo despierta y descubre que las posiciones del rey han recibido refuerzos nocturnos. Furioso, ordena un ataque masivo, pero las cosas van de mal en peor para él. Las indisciplinadas fuerzas del Consejo Abierto se ven bloqueadas al instante por los cañones del rey, mientras en la otra ala del ejército Stour Ocaso se impacienta y avanza demasiado pronto. Los leales anglandeses de Leo empiezan a hacer retroceder a las tropas monárquicas, pero cuando el Joven León por fin tiene la victoria al alcance de la mano, llega el lord mariscal Rucksted. Al parecer, los Rompedores no han cumplido su promesa de alzarse en armas. La caballería de Rucksted destrozas las filas del Consejo Abierto y el ejército rebelde empieza a desmoronarse.

Buscando una última oportunidad de alzarse con la victoria, el Joven León encabeza una gloriosa carga de caballería, pero el rey Orso lo ha superado en astucia, sus hombres caen hechos pedazos en la plaza mayor de Stoffenbeck y Leo termina malherido y prisionero. Jonas Trébol convence a un disgustado Stour Ocaso de que abandone la causa perdida y regrese al Norte en el barco de Jonas, que ha remontado el río con ese propósito. Pero en vez de llevar a Stour a un lugar seguro, Trébol escoge ese momento para traicionarlo y entregárselo a Rikke, cuyo dominio sobre el Norte parece de lo más firme.

La rebelión ha fracasado. Herida, aterrorizada y asaltada por unos inútiles remordimientos, Savine vislumbra una última posibilidad de salvar a su marido y se entrega al rey Orso. Le revela el motivo de que no pudiera casarse con él: que son hermanos. Comienza el ahorcamiento de los líderes rebeldes, y Leo, que ha perdido una pierna y el uso de un brazo, sube al cadalso con los demás, pero en el último momento el rey Orso se apiada de Savine y conmuta su condena a muerte por la de cadena perpetua.

Preocupado por la posibilidad de que aún se produzca una revuelta de los Rompedores, el archilector Pike se dirige a Valbeck acompañado de Vick dan Teufel. Allí la sorprende la presencia tanto de Risinau como de la Jueza, que ya han conquistado la ciudad con tropas bien armadas. Risinau nunca fue el Tejedor, sino que se limitó a tomar prestado el título de otro hombre, nada menos que el mismísimo Pike, que se revela como el cerebro tras los Rompedores. Se han alzado a lo largo y ancho de toda la Unión, solo que no en el momento que convenía a los rebeldes, sino en el más propicio para ellos. Varias ciudades prominentes están ya bajo su control, y se disponen a marchar hacia la misma Adua, sin nada que pueda detenerlos. Pike ofrece a Vick la oportunidad de olvidar el pasado y unirse a la inminente revolución.

Se avecina el día del Gran Cambio…

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